viernes, 31 de agosto de 2007

† Huracán en seis actos.†

Duele verte de este lado de la acera,
por donde ya no van tus pasos.
Duele recordar que ibamos juntos,
tropezando en cada beso a cada rato.

Duele darle tiempo al tiempo
y que el tiempo juegue su juego,
y que lo redundante se vuelva escusa
y al final todo e vuelva en contra nuestra.

Duele que todo haya sido un libreto
y en uno de sus actos se tornara fugitivo.
La obra una comedia mal montada
y lo que era amor solo simple compañía.

Uno, dos, tres actos improvisados
y en el cuarto una desilusión,
en el quinto nos escupe el puto destino
y no hacemos más que agachar la mirada.

En el sexto acto camino sólo,
y suelo pasear mi tristeza,
mientras hablo con tu ausencia
y juego a no borrar tu recuerdo.

Recuerdo.

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miércoles, 8 de agosto de 2007

† Encrucijadas †

El primer conflicto...

Ella azota la puerta y lo deja sin aliento,
él la sigue lastimado; su fe está destrozada.

Después del último reclamo los centímetros se agigantaron
y sus manos se soltaron. Ella tomó otra mano y él,
él aún sigue esperando.

Se perdieron las promesas,
los besos no dados se secaron,
las lágrimas ahogaron las siguientes caricias
y ella, ella sigue fugitiva.

Fugitiva del amor que se juraban,
fugitiva de un océano de caricias y miradas,
fugitiva del deseo de una vida;
de esa vida juntos que se prometían.

Él mira una vieja foto en donde estaban juntos,
ella ya casi lo olvida,
él todavía se la inventa sentada en el balcón,
fumando un cigarrillo.

Ella camina de la mano de alguien más,
él todavía la recuerda desnúda en la habitación,
ella le sonríe cuando lo encuentra en alguna parte,
él siente un dolor inmenso en cada encuentro.

¿Qué fue de las promesas de amor eterno?
¿Porqué ella ya no lo mira como antes?
¿De qué se habrá enamorado?

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† Pedestal de palofierro †

En un pedestal de palofierro te condeno;
a mirarnos hacia abajo; como homigas.
TE condeno a jugar un ajedréz premeditado,
a la arrogancia de observarnos desde arriba.

Desde abajo te condeno a ser juez,
a ser verdugo de los sueños de otros,
a escucharnos a todos reír y llorar
y a tener las manos atadas y no ayudar.

¡Te condeno!

Te condeno a no bajar a respirar.
Tú no sabes de calendarios,
no has estado en el tráfico del mediodía,
no has probado el hachís ni la nicotina,
no pagas impuestos o parkímetros,
no te ajustas a horarios y no vistes de Prada.
No visitas al dentista y mucho menos al urólogo.
Por eso te condeno.

Te condeno a no votar en elecciones,
te condeno a no viajar en un velero,
a no meter las manos en el océano,
te condeno a no mirar la luna llena
y te condeno a estar ahí; en un pedestal de palofierro.

¡Te condeno!

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