miércoles, 25 de enero de 2006

† El recuento de una noche †

Te ví un lunes como cualquiera, perfumada de colores;
con esa caricia de aire y estrellas en el cabello tuyo
y aquella noche dormida en esos tus ojos que me miran
y se hacen valles encantados en donde me pierdo.

Te ví; sonriendo y caminando lento,
y las piedras del camino se hacian de lado.
Pasabas como reyna por doquier.

Me viste; dormido ahí en esa piedra a la orilla de tí
y una huelga de canciones sonaron en mi guitarra
una vez dadas las doce.
Pero fueron murmullo en la noche,
con todo y una luna media loca que no hace más que sonreír.
Sonreírle a tu cara iluminada.

No pude despertar y cantarte cuando escuché tu voz.
Fuí un eco que se perdió en el río aquel a mi lado
y las ojas que caían y se hiban con el cause del azul
me recordaban que en el fondo del mar suena una canción;
una hermosa melodía que fué escrita para nosotros dos.

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domingo, 22 de enero de 2006

† El obelisco del sol †

Suspiro, de suspiros infecundos;
como la muerte que lleva el viento
y el maldito invierno que no cesa
-como cesa la lluvia- y la primavera
con sus lentejuelas escarchadas de sol.
Bendito suspiro de coral.
Viento. Alma. Silencio.

Y el vacío que no se llena;
una pequeña burbúja en la garganta
-que hoy parece más desafinada-
y mil y un rostros sin nombre,
enmarañados entre azoteas y callejuelas;
de esas medio oscuras y desangeladas.

A veces el sol anda muy a oscuras,
ensimismado en su grandeza
y en esa grandeza,
él encuentra su propia soledad.
Y lo sabe.
Pero por su idiota -y molesto- orgullo
prefiere seguir saliendo, todos los días,
por allá por las montañas;
en el horizonte. sin más.

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lunes, 9 de enero de 2006

† Son de tí, morena †

Cruzabas una puerta
en aquel pequeño bosque
una puerta hecha de arcos,
de madera y piedra lisa.

Un cuento de adas fuiste
en un mundo de colirios;
con versos en las uñas
y tu sexo entre las nubes.

Fuiste caminando sobre el agua
jugueteando entre delfines y pirañas
y entre ola y coral reías siempre
cuando la noche y sus estrellas te envolvían.

Y de coral se hicieron tus pechos,
la arena fué moldeando tu espalda,
dos perlas del Egeo te dieron la vista
y la sal quedó impregnada en tu sexo.

Te hiciste, mujer, en el vientre del océano.
Del amor entre la luna y las mareas
y su brillo quedó en tus ojos
y del mar su color grabado
en la arena de tu piel morena.

...y te besé los pies al filo del ocaso.

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