viernes, 30 de junio de 2006

† Divagación del...sexo? †

...creo que me perdí señora, dígame donde me encuentro...

Murmuré con voz de niño que era yo,
te dije que me tomaras de la mano
-llévame a donde no hay dolor, lejos de aquí-,
y sólo me mirabas detrás del cristal de tus ojos;
frustrada; como si solo fueras un eco de lo que alguien fué,
sin decir nada, en contra de las nubes.

Algo nos separaba (no sabía qué era), algo muy frío.
-La distancia?- pensé, sin darme cuenta de que estabas a mi lado
y lo único que hice fué respirar, dí un largo y profundo respiro,
pero todo se nubló.
-Mierda!- grité, con miedo en la garganta y un dolor en el pecho.

De pronto el suelo se agigantó frente a mi naríz y lo oscuro me llenó los ojos.
Caí en un charco de nubes rojizas -supuse la primera tarde fría de Julio-
y esperé alguna imagen frente a mí. No había nada, ni tú ni nadie; Nada.

Solo podía jugar en un escenario fantástico que de pronto imaginé;
tú, yo y un puñado de caricias en medio de la nada, con un espejo frente a nosotros.
Me reflejaba y tú tambien, sin más que nuestros cuerpos vestidos de carne y sudor,
te tomaba de las piernas, besaba tus muslos, tu cuerpo ardiendo,
rozaba tus pechos con mi cabello sin peinar y mis dedos exploraban tu espalda
que se contorsionaba de una forma extravagante, eramos uno.

Tus manos galopaban en mi vientre y y tu lengua era una fierecilla sin domar en mi boca
y en mi cuello. Te paseabas a tu antojo por mi cuerpo y el sudor era tu aliado.
Tus ojos ardían, eran como los de un perro enfurecido por la invasión de su territorio,
azules de coraje. Tu cabello destilaba un aroma seductor, como a frutas exóticas,
digno del festín de un rey y yo no lo era. Era más bien un mendigo con suerte.

Y esa tarde nos dejó más solos aún, íntimos, sujetos solo a nuestro propio horario,
diseñando el trazo de los minutos y los segundos pasaba a un tercer plano; sin más,
no había tiempo, era más bien infinito. Cada caricia era como una punzada a lo erótico,
un filamento delgado y largo en el que nos acurrucábamos los dos, sólos.
Sin esperar el mañana, tocándonos hoy, encendidos.

Yo viajaba de tus pies a tu espalda, apretaba tus muslos y mojaba tu piel;
como si de pronto una lluvia se dejara caer desde lo alto de una nube,
se mezclaban los líquidos, eramos humedad infantil y lascivia.

¿Eramos?

Esa era la pregunta y nada la contestaba, ni el crugido de las nubes a nuestro movimiento,
ni tus gemidos lanzados al aire y de repente a mi oído, ni tus uñas en mi espalda,
ni siquiera el "te amo" que sonaba roto y seco en mi garganta, era frío.

¿Era?

Y de pronto ese color escarlata de las nubes desapareció y con él mi fantasía.

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† Café con paz †

Ya no hay gritos, no hay llanto, ni siquiera ruido
-como ese de las ciudades cansadas y aburridas-,
solo silencio;
un silencio rutilante que me calma;
me duerme.

Cierro los ojos con lasitud espectral
y un mantillo de recuerdos añejos me cubre
-como si el compás marcara un ritmo suave y desdeñoso-
y vuelvo a caer en la nada,
caigo distenso y sáxeo.

Dejo atrás ese dolor en el pecho
y ese aire infinitesimal que entraba en mis pulmones;
aquel soplo de que me permitía ser yo.
Ahora no sé quién soy...
...Quién soy.

Ya no hay luz, ni sombras
ni hay un punto fijo al que mirar. No hay horizonte.
El ambiente se me antoja frívolo, insano; Frío.
Y no tengo ganas de mirar ni siquiera de moverme,
solo quiero descansar.
Y sonrío...
...siempre sonrío.

Ya no hay frío ni calor, ni un calambre en la rodilla,
no hay un beso en la frente o una sábana fría.
No hay un cuerpo caliente que me abrace y sonría,
ni una vela botiva en medio de la sala
-que hoy parece más vacía-.

No hay más un día seco;
como los de mayo,
ni lluvia nocturna o flores de primavera.
Ya no hay horas, no hay minutos, ni segundos;
no hay días, no hay tiempo.
Solo silencio.

Y sobre mis hombros una frase que descansa funesta;
"REQUIESCAT IN PACE"

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lunes, 26 de junio de 2006

† Sortilegio †

Hay una voz que llora,
un eco difuso en una habitación vacía y seca.
Es el suicidio de las horas,
la muerte de un instante prematuro,
el adiós de un presente no nacido.

Hay un clavel en una cama fría y húmeda,
marchito por el pólvo y el olvido del tiempo;
un olvido que no llega, que arranca los cesos.
Un instante perdido en inframundo
junto a una muerte coqueta y zarrapastrosa.

Hay perfidia en mi cabeza;
pensamientos secundarios y pragmáticos.
Un dolor hilarante en la espina dorsal
que resbala añejo entre las horas,
entre los días de un país interior;
un país sin maravillas;
sin Alicia.

Detrás de la ventana me mira un sortilegio;
desnúdo y mojado.
Me hace una mueca desaliñada y vacía.
Pretendo ponerme en pie y arrancarle la sonrisa,
pero los talones se me desmoronan,
caigo al suelo y suena un golpe frío y seco...
...y sangro.

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viernes, 16 de junio de 2006

† Retòrica de primavera †

Voy por el viento como por el agua;
fino trapo mojado de sal y arena.
Camino pardo por el horizonte
bronceando mis brazos de sol y cielo.
Y entre el musgo del estanque
y la verde primavera
me hago verde en el paisaje,
me hago inmòvil a tu espera.

Vuelo azul entre las nubes
y entre el viento transparente.
Me hago un eco en las montañas
y me silencio entre los bosques.

Soy un ruido entre las hojas secas,
un murmullo que viaja por el rìo.
Me hago sueño entre tus sueños
y en tus sueños me hago rìo.

Soy el canto que canta el àrbol
-medio inmòvil y medio dormido-,
Soy la piedra que arrojaste al lago
y aquel roble que cayò rendido.

Me hice siglo y me hice tiempo
y entre el tiempo me quedè rendido,
como aquel àrbol;
medio inmòvil y medio dormido.

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