viernes, 30 de junio de 2006

† Café con paz †

Ya no hay gritos, no hay llanto, ni siquiera ruido
-como ese de las ciudades cansadas y aburridas-,
solo silencio;
un silencio rutilante que me calma;
me duerme.

Cierro los ojos con lasitud espectral
y un mantillo de recuerdos añejos me cubre
-como si el compás marcara un ritmo suave y desdeñoso-
y vuelvo a caer en la nada,
caigo distenso y sáxeo.

Dejo atrás ese dolor en el pecho
y ese aire infinitesimal que entraba en mis pulmones;
aquel soplo de que me permitía ser yo.
Ahora no sé quién soy...
...Quién soy.

Ya no hay luz, ni sombras
ni hay un punto fijo al que mirar. No hay horizonte.
El ambiente se me antoja frívolo, insano; Frío.
Y no tengo ganas de mirar ni siquiera de moverme,
solo quiero descansar.
Y sonrío...
...siempre sonrío.

Ya no hay frío ni calor, ni un calambre en la rodilla,
no hay un beso en la frente o una sábana fría.
No hay un cuerpo caliente que me abrace y sonría,
ni una vela botiva en medio de la sala
-que hoy parece más vacía-.

No hay más un día seco;
como los de mayo,
ni lluvia nocturna o flores de primavera.
Ya no hay horas, no hay minutos, ni segundos;
no hay días, no hay tiempo.
Solo silencio.

Y sobre mis hombros una frase que descansa funesta;
"REQUIESCAT IN PACE"

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