† ¡Manzanas! †
Tu cabello es un sol de noche;
rayos fugitivos que deslumbran la mirada,
es una cortina de terciopelo escarlata
que huele a madrugada de primavera clandestina;
tibio como un susurro en espiral.
Tus ojos; finos cristales transparentes,
son un viento antiguo y plañidero
que destella lunas por la noche
en busca de viejos tiempos.
TU voz; libre y sonora saeta
que como lanceta se clava en mi ser.
Es un murmullo que hace juego con tus labios;
corales de manzana y de durazno.
No fuiste hecha de pólvo de adas,
mucho menos de un accidente estelar;
tú fuiste hecha de mi treceava costilla,
te incubó la poesía en su vientre
y la naturaleza te obsequió su aroma.
De los cielos llegaste aquí
-a la tierra- como diosa.
Pandora y Afrodita te dieron tu sexo
y la Venus delineó tu cuerpo.
¡Mujer! eres lujúria, pasión y ternura,
eres divina fruta y amor travieso.
Eres un paisaje de senderos luminosos,
una ecuación que no contiene fórmulas,
eres mi octava maravilla personal
y el mejor verso que pudo hacer el poeta celestial.
Y de entre tus semillas parirán las nubes
un suave y sonoro canto de ciruela y mandarina
que arruyará mis sueños y mis fantasías
y a este pobre corazón gitano que tengo
que no deja de gritarte que te quiero.
rayos fugitivos que deslumbran la mirada,
es una cortina de terciopelo escarlata
que huele a madrugada de primavera clandestina;
tibio como un susurro en espiral.
Tus ojos; finos cristales transparentes,
son un viento antiguo y plañidero
que destella lunas por la noche
en busca de viejos tiempos.
TU voz; libre y sonora saeta
que como lanceta se clava en mi ser.
Es un murmullo que hace juego con tus labios;
corales de manzana y de durazno.
No fuiste hecha de pólvo de adas,
mucho menos de un accidente estelar;
tú fuiste hecha de mi treceava costilla,
te incubó la poesía en su vientre
y la naturaleza te obsequió su aroma.
De los cielos llegaste aquí
-a la tierra- como diosa.
Pandora y Afrodita te dieron tu sexo
y la Venus delineó tu cuerpo.
¡Mujer! eres lujúria, pasión y ternura,
eres divina fruta y amor travieso.
Eres un paisaje de senderos luminosos,
una ecuación que no contiene fórmulas,
eres mi octava maravilla personal
y el mejor verso que pudo hacer el poeta celestial.
Y de entre tus semillas parirán las nubes
un suave y sonoro canto de ciruela y mandarina
que arruyará mis sueños y mis fantasías
y a este pobre corazón gitano que tengo
que no deja de gritarte que te quiero.
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