jueves, 6 de octubre de 2005

† Octubre en mis versos; Hipotecando noches de Luna. †

Te defendì del tiempo
y de la distancia
y del horizonte
y tambièn del mar.


Te defendì de los cuatroscientos
soles de la soledad,
de los seis relojes de milhoras
que pasan lento el arenal.

Te defendì de la conquista
y saquè tus piernas blancas del mar
y del cielo
y de la espalda de un glaciar.

Defendì tu nombre del hipèrbaton,
de los fonemas y la conjugaciòn,
lo defendì de las mayùsculas
y del suplicio de la supresiòn.



Defendì a tu cuerpo de la sorna
y del relente
y de la concreciòn,
lo defendì tambièn de la creaciòn.

Te defendì de las quimeras de la pàtina,
de los proxenetas de la risa,
de los hexàgonos y la misa
y tambièn te defendì de tu sonrisa.

Te defendì de mì mismo
y de mis manos
y de mi cuerpo.

Defendì tu boca de mis besos,
a tu espalda de mis manos
y defendì a tus piernas de mis ojos
y a tus ojos de mis caricias.

Te defendì de finar mis versos
y crucifiquè como impuestos
mis negaciones,
y terminè por aceptar que hay
mil te quieros
en mis dedos y en tus canciones.

Y ahora camino por ahì -aùn sin tì-
hipotecando noches de luna
(como estas de octubre)
para poder edificarme un corazòn.

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