viernes, 14 de octubre de 2005

† Voz de fonògrafo descompuesto †

(De la soledad y otros colores)

A Agustìn Morales y a mi corazòn que aveces se refleja
en ese espejo.


No me digas
que las nubes son de algodòn
y que la luna es de queso,
no me hables
de Botero y de Van Gogh,
si no eres màs que un fonògrafo descompuesto.

Una voz aliñada en el pavimento
(que hoy suena sucio y huele a viejo),
un Dondiego de noche
que se abre por el dìa,
una canciòn incaico azteca
que no tocò Lennon con sus Beatles,
una antigua cuelga de dioses
que no se protegiò de su ùltimo invierno.

Suenas a viejo. A fonògrafo descompuesto.

No me llores, no me mires;
que tu mirada añeja
no recicla fantasìas;
no hace màs jòvenes los dìas.

Perdiste esa apuesta con la vida;
naciste, creciste y te olvidaron,
te dejaron huèrfano en el àtico
junto al espejo de cuerpo viejo
en el que te miras cada tarde.

Què haces ahì? Fonògrafo descompuesto.

En manos de las horas,
de los dìas,
de los discos viejos que te miran.
Y
se
rìen.

Lanzas el ùltimo suspiro
y suena desafinado; sin luz.
Te trizas la voz y la pegas otravez
y sigues igual y rezas, duermes
y vuelves a gritar. Lloras.

Ya despierta. Fonògrafo descompuesto,
o vas allegar tarde
a
tu
ùltimo
encuentro.

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