jueves, 12 de octubre de 2006

† Heleonor y yo †

... Si cantas, princesa, que no sea desde lejos...

Y si me miras a los ojos mejor. No es que no me gusten las letras, pero el calor de tu cuerpo desata mis sentidos. ¿Còmo lo haces?

No importa, mientras me sigas provocando como me provocas. Mientras me hagas sentir como cuando las mariposas inundan, todo seguirà aquì, para tì.

Digo, de eso se trata el amor, no?

Yo seguirè tocàndote, aquì, bajo las escaleras con un cigarrilo en la mano y el humo saliendo en espirales hacia la nada. Con la sorpresa de que bajas vestida de fantasìa; llena de ropajes invisibles, càndida y visible ante mis sentidos; bella.

Te absorbo y me vuelvo salvaje y lo salvaje se me pega en los sentidos, me afiero. Pruebo de nuevo con tu piel hùmeda y se me hace un montòn de puntos pulsàtiles. Nos olvidamos de la lingüìstica. El arte del amor es lo primordial.

No olvides, bella, que los àngeles en llamas pertenecen al ocaso y somos viento. Susurramos al oìdo del verdugo que una sombra se hace ausente cuando el sol reverdece en el horizonte. Efìmero y grande señor sol.

Mi bahìa te extraña, mi cuerpo y mi alma tambièn te extrañan, te extrañan mis calles y la muerte que me espera al final de la avenida. Te extraño yo por ser el màs cobarde, el que te necesita, el que te rìe y te llora, te extraña mi hambre.

Es extraño, pero, te extraño.

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