viernes, 20 de octubre de 2006

† Ecologìa Corporal †

Esta noche cuidarè de tì,
de tus manos que son intermitentes llamas paradòjicas en mi cuerpo,
cuidarè de tus mùslos; fieles al galope de la ocasiòn; constantes y cadentes,
tendrè cuidado de no rasgar tu piel màs ìntima y marchitar el crepùsculario don de tu intimidad,
cuidarè de aquellos brazos que me amarran a tu cuerpo caleidoscòpico y murmurante; sudorosamente acogedor. Tambièn tendrè cuidado de no dañar tu pecho y derribar las montañas que se yerguen hacia el cielo cuando estamos ìntimos. Viajarè por tu mapa y visitarè cada paìs en el que antes era forastero. Cuidarè de tu vientre que es la cuna misma de la vida. Te tratarè como a una emperatrìz; exactamente como a Cleopatra.

Esta noche velarè por tì,
por tus pies; frutos de una tremendìsima comedia callejera en la que la protagonista se llama Marlene. Velarè por el grosor de tu cabello y el filamento en que se convierte cuando deja de oprimirlos el listòn con que los sujetas. Por tus piernas; esas nobles piernas blancas que me hacen prisionero de tu càrcel amazònica y que, de pronto, se vuelven vulnerables nubes blancas que me envuelven suaves y me abrazan. Velarè por tì y por tu corazòn que se acelera con alevosìa sin pensar que el mìo fallece de antemano por la estratòsfera de mi imaginaciòn.

Esta y todas las demàs noches me reciclarè por tì,
por cada beso en el que vuelo por las alturas y soy como aquel gorrión que migra en primavera de Europa a África y al pasar por Francia a la altura de los pirineos es atrapado y lo meten dentro de una caja oscura, para que piense que siempre es de noche y así esté siempre comiendo hasta cebarse y luego lo atiborran de conyac hasta ahogarlo, después lo hornean y lo sirven entero entre pan y pan hasta convertir, por fin, una ave migratoria en un plato típico de la Novel Cousin. Por cada caricia aunque se gasten como se gastaron las mil y una noches y todos esos cuentos inventados y los que faltaron por contar. Por esos ojos que se cierran y se abren a un final alternativo y telepàtico entre tù y yo. Por tu bajovientre que puede doblegar la tiranìa de un imperio, acabar con el hambre en el mundo mediante su maná, ser omnipresente y derribar mis latidos en unos segundos infinitesimales.

Y no solo por las noches tambièn en esos dìas viajeros de tu indesiciòn,
en los dìas amargos y dulces en los que te conviertes en un anagrama indescifrable y yo en un grafòmano inexperto jugando a la experiencia. Haciendo gala de una caligrafìa digna de los altos honores eclesiàsticos, haciendo de tu cuerpo un lienzo, una partitura o talladas en aristas en la xilografía del marmol de una lápida. Y su última frase siempre era su epitafio.

Cuidarè de tì cuando estès y no estès, porque sè que realmente siempre estàs...

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