lunes, 31 de octubre de 2005

† Dos Versos Y Tu Nombre †

Dulce de canela que se disuelve en mi boca,
como la noche entre las horas; ansiosas por amanecer.
Y un requinto que amanece entre pairos y guitarras desafinadas
a punto de cantar una canción de amor;
beso congelado en un cuarto de madera.
Cuerpo. Trova. Mujer.

Un clavel que se asemeja a unos labios escarlata de mujer canela;
morena como aquel camino de soles que diluyen los ríos y los mares,
un girasol que desprende rayos de espaldas a la luna;
desnudez tropical que enmaraña tulipanes y eucaliptos.
Edénico paisaje.

Y digo tu nombre como secreto a la noche,
pronuncio esas letras sin escribirlas en el aire,
acariciando el eco que resuena en mi cabeza;
tú…tu nombre. .

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domingo, 30 de octubre de 2005

† Cartílago Monocromático †



Yo; canela y café cargado,
oscilamiento entre cuerpo y mente.

Tentaciones que exceden kilómetros;
ecuatoriales pensamientos que ensalzan un cuerpo.

Química entre un azul cargado y un violeta transparente,
un silencio que, inminente, se propaga en el aire,
intentando atravesar montañas y un calendario
equidistante que somete al tiempo entre sus manos;
ruidos de rezos y plegarias difuminadas en eclipses y
oropéndolas de algodón que vuelan entre paisajes.

Mañanas y tardes inciertas como futuro cercano,
ultrajando una conciencia que enmarca corazones;
cartílagos monocromáticos de seres atrapados en
humeantes sensaciones y placeres de sabores que,
orbitando en la distancia, saborean el placer.

Mutilando cada segundo que se excede;
a través de las nubes y horizontes que,
súbitamente, desaparecen con el tiempo.

Caminando en rumbos separados que se cuelan,
avanzando a pasos y lentamente,
rebasando al viento en cada beso;
inminentes roces de pasión guardada,
ñutando como arena que vacía las horas
obsoletas pues sin tiempo, el amor contamos.

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† Nicotina †

Ven, acércate, susúrrame un cuento, respira mi destino,
toca mi alma y enciende el incienso en la habitación,
abre tus manos y descubre las líneas de nuestra canción;
que hoy, como en otras, se ha escrito igual…como camino.

Abrázate fuerte al instante que nos pertenece, sin un Dios,
siente como el humo va penetrando en nuestros pulmones,
la nicotina del amor; el aire denso que hoy sopla frente a nosotros dos,
uniendo nuestros cuerpos que vuelan en espiral frente al tocador. Sensaciones.

Mujer; alma y cuerpo natural, mi amante,
ven y siente mi pecho y mis labios,
toca mis manos y mis ojos y mis años.
Duerme hoy mujer al lado mío, recuéstate y siente el calor,
déjate llevar por el sonido de mi voz, que anhelante,
grita tu nombre en la oscuridad de esta noche con amor.

Ven cariño con tus alas desde lejos,
atraviesa las cristalinas fronteras,
destroza al mar y a todos sus espejos,
que no te detengan las inminentes barreras.

Trafica mis sueños tristes en tus claras horas,
devora cada nota ingravitable de mi aliento,
bebe a mares mi sangre y mi diagonal sustento
y dime si de a poco en mi cama te enamoras.

Hoy, más que nunca y como siempre,
soy adicto a tu delicada presencia;
mar de amor y desencuentros sin diciembre,
rumbo errante de pasión y conciencia.
Encamina mis latidos a tu cuerpo este noviembre
y trae tu mundo poco a poco a mi presencia.

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viernes, 28 de octubre de 2005

† Crucifijo; El Séptimo Pecado De Inés †

No conocí los seis primeros,
pero les contaré del último;
el séptimo y el más grande,
en el que, por amor,
dió su vida y su propio corazón.

Era Inés una mujer
de altas convicciones,
de un preciado y noble corazón,
de una sonrisa embrujante
y arcangélicas facciones,
que vivía en un amplio mundo
lleno de fantasías e ilución.

Raquel, por otra parte; mujer de mundo,
conociendo y derrochando hombres a su paso,
de figura celestial y unos ojos hechiceros;
envolviendo en sus juegos a cualquier mortal.

Fué la brisa, el silencio, el destino, o qué se yo,
pero un día sus caminos -hasta entonces diferentes-
se cruzaron, y bien, si no fué al instante,
las dos mujeres se enamoraron.

Se vieron en diferentes ocasiones sin decirse nada,
curzando palabras y una que otra mirada,
pero ambas reflejaban en sus ojos
la interior pasión que poco a poco se encarnaba.

Un buen día, con ecepcionales circunstancias,
se encontraron solas en la vieja casa verde
y sin tener que confesarse nada,
sus ojos -como siempre- y sus bocas
se hallaron encontradas.

Lentamente y con fuerza se tomaron,
la una a la otra con caricias y besos se desnudaron,
del pecho de Inés colgaba un crucifijo,
y en la espalda de Raquel un lunar infinito,
y en aquella tarde de un otoño agonizante
todo su amor las amantes confesaron.

Es condiendo su amor de los diretes de la gente
se encontraban cada tarde
en aquel refugio verde
y cada tarde como vez primera
enlazaban sus cuerpos
al calor de una vieja chimenea.

Mozalbete traicionero, ambicioso y entrometido,
quien por dinero siguió a Inés hasta su nido
y corriendo y tropezando al pueblo como liebre
fué a contar del inapropiado amorío.

Condenaron por pecado a las amantes en la horca,
pues separarlas por más nunca pudieron
ya que el amor que sintieron
no distinguió su clase ni su sexo
y le dieron fin al amor más grande y correspondido.

Murió Inés en la horca aquella noche,
abrazando el crucifijo colgado en su pecho,
rogando a dios le perdonara
el haber dado su vida y corazón por amor...un amor correspondido.

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jueves, 27 de octubre de 2005

† Punto Abierto En Mi Naríz †

//Ecos //

Como el teléfono suena, la llave del grifo goteaba...

Tres puntos suspensivos en el horizonte y marqué un número,
lo hice pedazos depués de morderme un poco la conciencia
-mero recuerdo de antaño-, y me hice sombra.

Nadé suavemente por un pantáno multiforme y dorado,
partes sepia y aguas mansas que aveces se volcaban temperamentales,
ríos de color turquesa en donde enjugaba mis culpas y las hechaba al mar,
en donde las olas me regresaban solo recuerdos en una blanca y espesa espuma
que no me dejaba alargar el brazo y correr. Correr.

Entonces recobré el sentido y miré mi naríz,
mis culpas estaban de viaje,
andaban por un mapa que no era el mío,
en un país interior al que no llamo yo,
al que solo llamo, silencio...

Y suena el despertador.

Y no despierto, sigo durmiendo;
en la almohada mohosa que me reprime,
me regaña por ser maleducado con el tiempo;
jugando a ser eterno.

Con mis sueños rotos,
y mis alas rotas,
y mi cuerpo roto;

con el alma rota.

Pero soy!
es por eso que juego,
y me alimento del viento y sus colores,
de los mares y sus corales,
y del sabor de las nubes.

Y me cobijo de altos horizontes,
en donde duermo llergo y poderoso,
sin un solo latido que me interrumpa,
y aveces el llanto de las estrellas
me arrulla. Y la luna me cobija.

Y me vuelvo un titiritero jugando a ser humano,
jugando con los hombres y sus manos,
con las montañas y sus sueños;
jugando a que puedo ser humano.

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miércoles, 26 de octubre de 2005

† Soneto De Noche Sin Luna †



A Lorena Ortíz

Noche sin luna; noche vacía,
contrato de insomnio -tan frío y cargado-,
recuerdos tan vagos de un amor añejado
que clava su roce con tal lejanía.

Noche sin luna; noche quebrada,
ciagos amantes -pasión y alegría-
que amando en instantes, con tal fantasía,
llegaron desnúdos a aquella alborada.

Jugando al amor sin ropa y sin nombres
vistieron sus cuerpos con caricias y besos
y no hubo testigos; ni luna, ni hombres.

Pasaron la noche -aquella noche sin luna-
dos ciegos amantes, que ahora distantes,
recuerdan su amor cada noche...cada noche sin luna.


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viernes, 14 de octubre de 2005

† Elegìa Lunar †

A la Luna que se fuè y no dejò rastro.

Còmo miras al mar,
còmo observas el vasto cielo,
còmo llegas a llorar,
còmo llegas a pedir conzuelo.


Como callo al viento mi derrota,
como corro libre por el aire,
como grito soles y desiertos,
como canto versos por desaire.

No el tuyo ni el de nadie
sino el mismo de la luna infame
que corriò a mis brazos una noche
y luego me dejò desierto de paisajes.

No le ruego que regrese, no,
le suplico que se quede donde estè
porque donde quiera que sea ese lugar,
por màs lejano,
se que ahì encontrò refugio en otra mano.

Y es felìz por lo que cuentan
las estrellas y las noches,
los meses y las horas,
es alegre y se dibuja en su menguante
y aunque aveces extrañe su cabello blanco
-en luna llena-
la toco y la recuerdo en el espejo
que dejò en mi cuarto.

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† Voz de fonògrafo descompuesto †

(De la soledad y otros colores)

A Agustìn Morales y a mi corazòn que aveces se refleja
en ese espejo.


No me digas
que las nubes son de algodòn
y que la luna es de queso,
no me hables
de Botero y de Van Gogh,
si no eres màs que un fonògrafo descompuesto.

Una voz aliñada en el pavimento
(que hoy suena sucio y huele a viejo),
un Dondiego de noche
que se abre por el dìa,
una canciòn incaico azteca
que no tocò Lennon con sus Beatles,
una antigua cuelga de dioses
que no se protegiò de su ùltimo invierno.

Suenas a viejo. A fonògrafo descompuesto.

No me llores, no me mires;
que tu mirada añeja
no recicla fantasìas;
no hace màs jòvenes los dìas.

Perdiste esa apuesta con la vida;
naciste, creciste y te olvidaron,
te dejaron huèrfano en el àtico
junto al espejo de cuerpo viejo
en el que te miras cada tarde.

Què haces ahì? Fonògrafo descompuesto.

En manos de las horas,
de los dìas,
de los discos viejos que te miran.
Y
se
rìen.

Lanzas el ùltimo suspiro
y suena desafinado; sin luz.
Te trizas la voz y la pegas otravez
y sigues igual y rezas, duermes
y vuelves a gritar. Lloras.

Ya despierta. Fonògrafo descompuesto,
o vas allegar tarde
a
tu
ùltimo
encuentro.

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jueves, 13 de octubre de 2005

† Cuarto Menguante †

(Pâles rivieres d` feu)


Noches;
como esta-mitad plateada-;
cristales de luz en el cielo,
sombras fugaces en la tierra,
parajes desnùdos y asesinos.
Sudor. Cafè. Lujùria.


Como tu piel clara,
como tus ojos negros,
como tus labios rojos,
como tu espalda blanca



Y esa hoja; filosa y cromada,
cortando, suavemente, tu vientre
y la sangre y el sudor mezclàndose
provocando mi lujùria lentamnte.



Rìos mojados de color escarlata
haciendo juego con tus labios -desgarrados por mi boca-,
van corriendo lento por tu cuerpo
que, desnùdo de pudor, lentamente me mata.


De tu vientre aborto el filo
y tu herida suda sangre -roja y blanca-.
Bebo una copa de ella en tu hombligo
y se calman mis ansias
y mi sed y mi hambre.


Te observo;
ahì rendida y sin fuerza,
con el cabello suelto y recogido,
apenas puedes mover la cabeza
y yo bebiendo de tu càliz prohibido.


Te amè esa noche en la luna
y tù me amaste y fuiste mìa,
tu cuerpo y mi cuerpo se quemaron
y entonces uniste tu alma con la mìa.

Besos. Sàbanas. Amor.
Devoramos nuestros nombres
y volamos juntos hacia el sol.


...manos cuajadas de sangre en vueltas en el vacìo de tus besos...

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jueves, 6 de octubre de 2005

† Octubre en mis versos; Hipotecando noches de Luna. †

Te defendì del tiempo
y de la distancia
y del horizonte
y tambièn del mar.


Te defendì de los cuatroscientos
soles de la soledad,
de los seis relojes de milhoras
que pasan lento el arenal.

Te defendì de la conquista
y saquè tus piernas blancas del mar
y del cielo
y de la espalda de un glaciar.

Defendì tu nombre del hipèrbaton,
de los fonemas y la conjugaciòn,
lo defendì de las mayùsculas
y del suplicio de la supresiòn.



Defendì a tu cuerpo de la sorna
y del relente
y de la concreciòn,
lo defendì tambièn de la creaciòn.

Te defendì de las quimeras de la pàtina,
de los proxenetas de la risa,
de los hexàgonos y la misa
y tambièn te defendì de tu sonrisa.

Te defendì de mì mismo
y de mis manos
y de mi cuerpo.

Defendì tu boca de mis besos,
a tu espalda de mis manos
y defendì a tus piernas de mis ojos
y a tus ojos de mis caricias.

Te defendì de finar mis versos
y crucifiquè como impuestos
mis negaciones,
y terminè por aceptar que hay
mil te quieros
en mis dedos y en tus canciones.

Y ahora camino por ahì -aùn sin tì-
hipotecando noches de luna
(como estas de octubre)
para poder edificarme un corazòn.

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† Charcos del paisaje †

Ayer...

Mirando al cielo antiguo de la tarde gris.
(De esos de mièrcoles medio muertos y retocados).
Imaginè una mirada -familiarmente conocida-
en una nube. Me detuve,
y observando,
me cayò una gota de agua frìa
en la frente.

De pronto, todo era lluvia.
Las gotas, como cristales de Bòrax,
caìan como hormigas transparentes
por toda la ciudad;
inundando el paisaje de mojado.
Y el viento y sus dibujo autumnales,
se llenaron de partìculas transparentes.

Y esa nube -mirada- gris y blanca, permanecìa inmòvil.
-como yo-.

Un hilo de crisàlidas saladas
me mojaba -inmòvil y con la mirada en esa nube-,
y el viento copioso me volvìa un estafermo
que usaba a su antojo;
me atravesaba con sus lanzas de nada
que caìan en mi ropa como espirales
y me dejaba en harapos
frente al paisaje.

Y esque yo no sè què tiene el aire,
que con su paso de gigante
acaricia tan sutilmente nuestros mares.
Es tan libre y tan inmenso -volàtil-
que su propia libertad lo fusila
cada tarde.

Se fatiga de su cuerpo
-inmensamente grande-
y se entrega por amor al mar.
Y el mar,
que aveces sale con la luna -su romance es bien sabido-,
lo recicla entre sus olas
y lo hecha de nuevo a volar.

Por eso el viento trae consigo tanta soledad.

No alcanza a mover la nube -mirada-
que hoy me llega con tanta familiaridad.
Y yo...,
finalmente,
empapado.

Agua. Mujer. Soledad.

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lunes, 3 de octubre de 2005

† El fantasma de mi "yo" imaginario. †

Para mi silencio el mar se ha vuelto
tan in menso que su ruido de gaviotas
solo me llega como un eco.

Y la sal que lo perfuma se refùgia en mi conzuelo
(pensar que aveces se puede nadar contracorriente),
para darme un minuto a solas con el tiempo,
y me vuelvo necio; me aferro a un cuerpo.

Aveces me bajo del tranvìa dominical
en jueves
(hay quienes prefieren otros dìas),
y me maquillo de nuevo la conciencia;
le dibujo una sonrisa.

Y sigo caminando hasta el puesto de revistas
(creì ver mi futuro en una pàgina -imaginaria-),
miro el cielo medio nublado y tomo un taxi
que me lleva de nuevo al mundo.
Le pido como ùltima salida
que de vuelta en la esquina
y se atraviesa la cordura.

Me bajo.
Camino sin sumbo.
- Conciente de que tengo que llegar a un punto-.

Mudo entonces mi juicio
a otro juzgado,
y despuès de ver mis expedientes,
la corte entera me declara culpable;
de envejecer mil años
mis razones de existencia
-matar mis sueños-.

Pugno mi condena por pensar no ser eterno.

Hace poco me di cuenta de que ya era libre...
Y eterno.
Punto.

(Ahora vuelo libre).

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